domingo, 31 de octubre de 2010

Quiero ser...

En estos tiempos tan nacionalistas y patrióticos, de exaltación exagerada de nuestras raíces y de nuestros maravillosos genes “únicos”, los de la tierra en que nos tocó nacer, yo quiero convertirme.

Quiero ser argentino para emocionarme por un verso, quiero ser francés o italiano para enamorar con mi voz y mi acento, quiero ser cubano para aprender a disfrutar la vida, quiero ser ruso para ser práctico, quiero ser etíope o sudanés o angoleño para tener la sabiduría ancestral del origen humano, quiero ser árabe para cultivar la amabilidad o la amistad, quiero ser chino para esforzarme y japonés para sacar rendimiento a mi esfuerzo. Quiero ser estadounidense para ser voluntarioso, quiero ser brasileño para bailar, quiero ser ingles para tomar el té y a la hora del concierto de rock, quiero ser tailandés, australiano, chileno…
Quiero ser español, manchego, andaluz, vasco, catalán, leones de la montaña o valenciano de la misma albufera, quiero un poco de aquí y de allá.
Aunque si lo piensas bien, todas estas cosillas las encontraremos en nuestro propio barrio, todas juntas y todas separadas, está en nuestros genes humanos “únicos”.
¡Que nuestra tierra es muy redonda y muy grande! ¡coño!

domingo, 24 de octubre de 2010

Un cuento inventado.

Voy a inventar una historia mirando tus ojos
a contarte un cuento con la pausa de mis besos,
imaginar un cielo mientras subimos al nuestro,
acariciarte con mis palabras,
susurrarte al oído, erase una vez un tiempo.

Pero abre tus piernas bicho
deja que te vaya contando,
escúchame, dame tus ojos,
apriétame fuerte, mira, te cuento.

Era un bosque frondoso, oscuro
era un duende, pequeño, goloso,
ella una princesa, de las hadas,
pero cierra tus piernas, siénteme dentro.

¿Iba por el bosque?, es que me pierdo.
Un demonio se llevó a la princesa
y el duende, ligero tras ellos
para salvar a su amada, su hada.









¿Me escuchas amor? Presta atención
Que te pierdes en los gemidos
¿Acelero? ¿Paro? ¿Te cuento?
Es un gran bosque, con un demonio dentro
y tras él un duende de paso ligero
para salvar a su amada, su hada.



Entre los árboles se encuentran
Entre tus pechos amor, te beso
Duende y demonio luchando
Mira, mira, escucha el final del cuento.

El hada detiene la lucha,
contra su voluntad no se la llevaron
explica al pequeño duende
que del lindo demonio, se ha enamorado.

viernes, 22 de octubre de 2010

lunes, 11 de octubre de 2010

SOY AGUA.



Soy una gota de lluvia
posada sobre una hoja,
reflejando en mi interior
la inmensa luz del sol.

Hace tiempo fui mar, océano,
y caliente, invisible
subí al cielo
a formar nubes, a ser etéreo.

Después fui viajero
denso, ligero,
abstracto, figurado, grande, pequeño,
a merced del viento.


Sobre tierra me hice tormenta
la oscuridad y la luz,
el calor, el frío, la energía
todo concentrado, la lluvia, la materia.

Voy ya resbalando
me esperan abajo,
las plantas, los bichos, los charcos,
es tan solo, otro salto.

Después seré largo, revoltoso,
seré un venero, un arroyo, un río, otro río,
a morir en el mar, en el océano,
y de nuevo viajero, marinero.

sábado, 9 de octubre de 2010


viernes, 8 de octubre de 2010

Dormida.

Como los ángeles al caer el sol, esa es la imagen que tengo de ti, dormida y soñando feliz. Ese mismo día te fuiste para no volver, me dejaste solo el recuerdo de tus ojos cerrados, de tu olor sobre la almohada. Me engañaste y no me dijiste ni adiós, ni hasta pronto, ni siquiera un te quiero, solo me dejaste tu ausencia, tu interminable ausencia que no acaba nunca.
¿Nunca has pensado que yo merecía algo más? Me hubiese gustado morir por ti, morir yo en tu lugar, seguro que al destino no le habría importado el cambio.



martes, 5 de octubre de 2010

720 segundos.

Nunca se me dieron bien las matemáticas, aunque por otro lado –cosa curiosa- siempre me han gustado. He estado echando cuentas, varias cuentas y he llegado a la conclusión de que necesito que me des setecientos veinte segundos, que me los des juntos, claro. Son exactamente los que necesito, uno a uno, ni setecientos ni ochocientos ni seiscientos, necesito setecientos veinte segundos.



He calculado los segundos que necesito para mirarte, para besar tu boca, los segundos que necesito para acariciarte, para besar tus labios –y no me estoy repitiendo-los segundos que necesito para ser uno, para arrancarte un orgasmo, son exactamente setecientos veinte segundos.

Si tú quieres echa la cuenta, calcúlalo en minutos,¡aunque cuidado! que si echas la cuenta puede que en realidad lo que quieras, sea darme setecientos veinte segundos.