Imaginaba, decidía, se anticipaba a las figuras, las soñaba, tallaba, esculpía, daba vueltas, pensaba, aprendía en cada golpe, disfrutaba con la creación, vivía en el taller, sin dormir. Solo el propio sueño acudía a veces a buscarlo y a luchar con sus ganas de crear, batallaban uno con otro hasta que caía rendido, prisionero de la implacable condición de la vida.
Imaginó así como vencer al sueño, viendo su cara y plasmándola en la piedra, dejando que viniera a buscarle y luchando, para observarle, para ganar la partida. Esculpió el sueño, el último sueño, la última obra, la última batalla, aquella ganada para no despertar.
Responsabilidad, superación, sin excusas, sin dudas. Una vida dedicada a la transformación de un sueño desde un simple trozo de madera. Impresiona como en tan pocas palabras, eres capaz de decir tanto. Gracias Aquilino
ResponderEliminarprecioso minirelato, aunque deberias escribir alguno más largo como hacias antes.
ResponderEliminarun saludo desde jaen.